Marcapasos: la mejor solución para los corazones lentos

Jueves 21 de Enero del 2021

Marcapasos

El marcapasos consta de un generador, que se implanta habitualmente bajo la piel justo debajo de la clavícula, y cables, que se colocan a través de una vena que llega al corazón.

La causa más frecuente para implantar un marcapasos es la bradicardia (frecuencia cardiaca lenta, por debajo de 60 latidos por minuto). Mediante la regulación del ritmo cardiaco, este dispositivo contribuye a eliminar los síntomas de este tipo de arritmia: síncope (pérdida de conocimiento), mareos, fatiga… También permite reducir el riesgo de muerte súbita que conllevan las bradicardias más graves. No obstante, no previene ni detiene la enfermedad cardiaca subyacente.

Los marcapasos son aparatos eléctricos -equiparables a miniordenadores- capaces de detectar los latidos cardiacos y de emitir pequeñas descargas eléctricas cuando los impulsos del corazón fallan o son demasiado lentos. Generalmente, se conecta con el corazón a través de un cable muy fino, aunque los marcapasos más modernos no llevan cables.

La historia de este dispositivo tiene ya más de 60 años. El primer marcapasos interno fue implantado en 1958 en el Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia) a un paciente que tenía un tipo de bradicardia conocida como bloqueo aurículo-ventricular completo y sufría entre 10 y 15 síncopes al día. Aunque este primer aparato apenas le duró unas horas, a lo largo de su vida le fueron colocando los marcapasos más modernos en cada momento, hasta un total de 26. Murió en 2001 a los 86 años a causa de una enfermedad muy distinta: un melanoma.

Un tratamiento muy eficaz

No todas las bradicardias son patológicas. De hecho, lo que se conoce como bradicardia sinusal es muy frecuente en personas sanas, como los deportistas que entrenan habitualmente y, generalmente, no necesita tratamiento. Viene a ser una adaptación del corazón a la actividad intensa.

Pero otras formas sí entrañan riesgos importantes. Así lo corrobora Javier Jiménez Candil, presidente de la Asociación del Ritmo Cardiaco de la Sociedad Española de Cardiología (SEC): “Una bradicardia en un paciente sano no tiene ninguna repercusión patológica, pero una bradicardia grave en un paciente que haya sufrido un infarto o que tiene un deterioro de la función ventricular puede poner en compromiso su vida”. En esos casos, lo más habitual es que se precise la implantación de un marcapasos.

La decisión dependerá, en buena medida, de la causa subyacente, tal y como expone José Manuel Rubio Campal, director de la Unidad de Arritmias del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, de Madrid, “sobre todo si son causas ajenas al corazón y que puedan corregirse, como la ingesta de algunos fármacos o problemas de la glándula tiroides”, que pueden alterar el ritmo cardiaco. En esos supuestos, lo indicado es tratar de modificar la situación que ha producido a la bradicardia. En cambio, “si la causa es propia del corazón, lo más frecuente es tener que colocar un marcapasos, que es un dispositivo muy eficaz. Su implante suele ser sencillo, pudiendo después hacer los pacientes una vida normal”.

El experto de la SEC corrobora que el pronóstico de las personas que viven con este aparato “es excelente”. Es una técnica “segura, con una tasa muy baja de complicaciones y que permite una supervivencia equiparable a la de otras personas de la misma edad y condición”.

Diferencia entre marcapasos y desfibrilador

Hay otro dispositivo implantable que se suele confundir con el marcapasos: el desfibrilador. Sin embargo, no son lo mismo. Su aspecto es parecido y se colocan mediante el mismo procedimiento, pero su función es muy distinta.

Mientras que el marcapasos se utiliza para corregir la conducción eléctrica del corazón que da lugar a alteraciones en el ritmo al que late, el desfibrilador proporciona una descarga o shock eléctrico al corazón cuando desarrolla un ritmo caótico que resulta incompatible con la vida. En definitiva, previene la muerte súbita cardiaca. Las patologías que suelen provocar ese ritmo caótico son, sobre todo, la taquicardia ventricular y la fibrilación ventricular.

Qué pueden hacer y qué no las personas con marcapasos

Existe una cierta confusión en torno a lo que pueden hacer y las limitaciones de las personas con marcapasos. La Fundación Española del Corazón enumera los aspectos más importantes:

Se puede

  • Utilizar aparatos de rayos X (hacerse radiografías).

  • Manejar el mando a distancia de la tele, transmisores de televisión, hornos microondas, detectores de metales, almohadillas eléctricas, radios de aficionados, afeitadoras eléctricas y mantas eléctricas

  • Conducir

  • Mantener relaciones sexuales.

  • Utilizar teléfonos móviles (se recomienda alejarlo al menos 15 cm del marcapasos). 

  • Practicar deportes de forma moderada, incluso natación (acompañado) y tiro (en este caso se debe utilizar la escopeta con el brazo opuesto al lado en el que está el marcapasos).

No se puede

  • Manipular equipos pesados, motores con imanes potentes, taladradoras eléctricas e instrumentos vibradores. 

  • Utilizar equipos para soldar.

  • Someterse a algunos de los aparatos utilizados por los dentistas.

  • Hacerse pruebas de resonancia magnética (salvo con algunos de los marcapasos más modernos), máquinas de radioterapia para el tratamiento del cáncer y máquinas eléctricas que no tengan toma de tierra.

  • No se deben usar mochilas ni sujetadores con tirantes muy apretados

  • Si se viaja en avión, hay que advertir en el control de equipajes de la presencia del marcapasos.

Mantenimiento y recambio

Los marcapasos requieren controles periódicos y un adecuado mantenimiento. Constan de un generador, que se implanta habitualmente bajo la piel justo debajo de la clavícula, y cables, que se colocan a través de una vena que llega al corazón.

Una vez colocado, el dispositivo se puede ajustar, revisar y programar desde el exterior, mediante un ordenador llamado programador que maneja el médico que realiza las revisiones.

Al cabo de un tiempo, es necesario cambiar el generador porque se agota la pila que lleva. La batería puede durar entre cinco y diez años, dependiendo de sus características y de la activación permanente o intermitente que precise el paciente. El recambio requiere una nueva cirugía, que es más sencilla que la primera porque, excepto cuando se ha detectado algún fallo en los cables, solo se sustituye el generador.